Supongamos que tenemos un documento, con un texto cualquiera y cuya apertura deseamos proteger de miradas ajenas. Lo ideal entonces, es asignarle una contraseña, para que cuando se intente abrir ésta sea solicitada, de forma que seamos nosotros quien la damos a conocer en caso de que nos interese.
La operación es sencilla, y comienza llamando a la opción Guardar o Guardar como, de la forma habitual, tras la que Word mostrará el siguiente cuadro de diálogo: